PONTORMO
Jacopo Carrucci también conocido como Jacopo da Pontormo, Jacopo Contormo
Pontormo, cerca de Empoli, 24 de mayo de 1494 – Florencia, 2 de enero de 1557
Visitación de Nuestra Señora (1528-1529)
Óleo sobre tabla. 202 x 256 cm
San Michele, Carmignano
Este cuadro no ha perdido en la actualidad ni un ápice de su capacidad sugestiva gracias a esa danza de colores brillantes, gestos absolutamente fascinantes y miradas enérgicas, así corno esa arquitectura surreal que se presenta en el fondo. Pontormo subraya el carácter visionario de la escena representada a través de su radiante pintura. La Visitación a Maria se convierte en tema principal de la vida de la Virgen en la Edad Media tardía. El encuentro de las dos mujeres embarazadas nos lo narra el Evangelio según san Lucas: "y aconteció que cuando oyó Isabel la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; e Isabel fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz: bendita tú entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre". La pintura estaba destinada a la Villa Pinadori en Carmignano, desde 1740 se encuentra en la iglesia parroquial del lugar. Durante más de tres siglos la historia había olvidado al pintor florentino Jacopo Carrucci, llamado Pontormo por el lugar donde nació en la Toscana. Poco después de su muerte, cuya fecha exacta se desconoce, un gran silencio se cernió sobre él. Semejante pérdida en el anonimato resulta especialmente extraña teniendo en cuenta que se trata de uno de los pintores de mayor calidad en activo en los centros artísticos más importantes del Renacimiento italiano. Ninguno de los artistas florentinos contemporáneos de Pontormo tuvo un destino similar. Andrea del Sarta, el maestro de Pontormo apenas ocho años mayor, o el pintor Fray Bartolomeo, continuaron siendo famosos a lo largo de los siglos, y huelga decir nada sobre los grandes de esta época: Leonardo, Rafael y Miguel Ángel. Según se menciona en la crónica florentina del año 1591 de Francesco Bocci, apenas existen datos sobre este pintor. Pontormo no fue objeto de estudio ni admiración por parte de ningún amante del arte italiano en los siglos XVII y XVIII, así como tampoco se ocuparon de él en el siglo XIX los especialistas del Renacimiento, a pesar de que sus frescos y cuadros se conservan en la mayoría de los casos en sus emplazamientos originales y en los alrededores de Florencia. Pontormo significa el típico redescubrimiento de inicios del siglo XX. Al parecer, las corrientes más modernas del arte, el Impresionismo, Expresionismo y Cubismo fueron las primeras que supieron apreciar la extraordinaria trascendencia de su pintura. Poco después del año 1900 aparecen una serie de pequeños artículos que reflejan cómo se va despertando el interés por Pontormo. A lo largo del siglo XX la exquisita pintura de Pontormo experimentó un creciente reconocimiento y merecida admiración. Pontormo, junto a Rosso Fiorentino, es considerado uno de los dos representantes más significativos del Manierismo florentino temprano. Las atrevidas perspectivas y el rigurosos formalismo de sus composiciones, los estilizados gestos alejados de la idea de naturalidad, la artificiosidad de esos vestidos abolsados, que dentro del juego de las superficies cromáticas, parecen seguir su propio curso, la expresión de temor y ensimismamiento de algunos rostros en los cuadros de Pontormo: todo ello pasó a ser a inicios del siglo XX un amago de la libertad artística en la que el sujeto del artista consigue la expresión de su arte. Pero, leyendo la biografía de Pontormo, escrita por su contemporáneo Giorgio Vasari, llama mucho la atención el hecho de que todas aquellas obras que al público del siglo XX le proporcionaban mayor goce estético y resultaban ser de rabiosa modernidad, eran, paradójicamente, en mayor o menor medida, juzgadas con severidad por Vasari.
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