lunes, 29 de julio de 2013

PIERO DELLA FRANCESCA, Federico de Montefeltro y Battista Sforza (1465 - después de 1472)






PIERO DELLA FRANCESCA 
Piero di Benedetto dei Franceschi; llamado también Pietro Borghese
Borgo del Santo Sepolcro, h. 1416 - 1492

Federico de Montefeltro y Battista Sforza (1465 - después de 1472)
Óleo sobre tabla. 47 x 33cm cada batiente.
Gallería degli Uffizi, Florencia.


Pueden fecharse en torno a 1465, durante la estancia del pintor en Urbino. Piero estuvo en contacto con el arte umbro y el sienés, pasando después a Florencia, donde fue alumno de Domenico Veneziano. En esta ciudad adquirió los principios de la perspectiva creando una síntesis entre la forma y el color, con ciertos toques luminosos de gusto flamenco. Sus pinturas dejan traslucir una visión abstracta, estática y profundamente interior de la vida. 
La mejor expresión de esta visión son los retratos de los duques de Urbino, Federico y Battista. Llama poderosamente la atención luminosidad del paisaje, inmerso en una transparente atmósfera, en la que el agua y cielo son casi líquidos. En medio se yergue, sólidamente recortado como una arquitectura, el busto del duque con su perfil en plena forma plástica revestida de color rojo. Por otro lado, el rostro pálido y delicado de Battista se recorta sobre el cielo, como una abstracción de la forma humana, concretada por el contraste de los detalles. Las perlas, el tocado, realizados con gusto flamenco, acentúan la femineidad abstracta de la duquesa. 
En la parte posterior de los retratos se han pintado los correspondientes triunfos con recuerdo petrarquesco. En el de la duquesa -que aquí se reproduce-, los caballos blancos y los unicornios llevan los carros cargados de honor y de virtudes sobre el fondo limpio del paisaje, velado por la niebla y la luz. Aquél parece una abstracción, como si los objetos se hubieran paralizado, ante el paso de las carrozas triunfales de los duques de Urbino. 
Kenneth Clark escribió: "Es la obra más mozartiana de Piero, en la que cada centímetro de la pintura constituye un goce para los ojos, y algunos paisajes están ejecutados con un toque de piedra preciosa no igualado por nadie salvo, acaso, por Watteau".

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