viernes, 9 de agosto de 2013

GENTILE DA FABRIANO, La adoración de los Magos (1423)


GENTILE DA FABRIANO 
Gentile di Niccolò di Giovanni Massi 
Fabriano, h. 1370 – Roma, 1427

La adoración de los Magos (1423) 
Tabla. 300 x 282 cm 
(Detalle de la predela) 
Tabla. 25 x 62 cm 
Galleria degli Uffizi, Florencia 


Esta obra, perfectamente documentada, está firmada y fechada en 1423. Fue ejecutada para la capilla Strozzi, en Santa Trinidad, por encargo de Palla di Noferi Strozzi. Llegó a los Uffizi en 1919, procedente de la galería de la Academia. Gentile da Fabriano, nacido en Las Marcas, trabajó en Venecia y Brescia. Llegó a Florencia con el séquito del pontífice Martín V, a su regreso a Roma, procedente de Aviñón. Esta tabla constituye un claro ejemplar del gótico internacional y, pese a estar realizada en Florencia, donde corrían nuevos aires renovadores, Gentile no parece muy afectado por ellos. La adoración de los Magos es un fiel reflejo y descripción de los variados cortejos que el pintor había podido observar en las distintas cortes. 
Los reyes acuden con fausto y ostentación desde el puerto, acompañados por jinetes, soldados, cortesanos ataviados con lujosos vestidos, y atraviesan la ciudad de Jerusalén para llegar hasta el pesebre. Éste está concebido con todo detalle, donde no falta una lagartija subiendo por la pared. El grupo de personajes sacros, María, José y el Niño, queda relegado a una esquina ante la importancia concedida al grupo de los reyes y sus acompañantes. Falta la veracidad narrativa y la organización de los personajes en el espacio, en el que contrasta el primer término multitudinario con el fondo naturalista en perspectiva forzada. Pero, en conjunto, se anuncia ya un nuevo lenguaje narrativo. 
La escena que representa esta Natividad, bajo un cielo tachonado de estrellas y en un paisaje austero, se aproxima más al mundo simple de la concepción florentina de la pintura. San José, envuelto en un manto amarillo, duerme, del mismo modo que una de las damas acompañantes, mientras la otra vigila. Sólo María, delicadamente azul, vela y adora al Niño. En la lejanía los pastores reciben el anuncio del ángel, envueltos en una luz celestial.




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