EL GRECO
Doménikos Theotokópoulos, en griego Δομήνικος Θεοτοκόπουλος
Candía, 1541 – Toledo, 1614
San Luis, rey de Francia, y un paje (Último cuarto del siglo XVI)
Lienzo. 120 x 96 cm
Adquirido en 1903
Louvre, París
Resulta paradójico que el artista más audaz de finales del siglo XVI español proceda de una tradición pictórica que casi no había evolucionado desde la Edad Media. Doménikos Theotokópoulos, llamado el Greco, se inició con la pintura de iconos en su isla natal, Creta, antes de marcharse a Italia donde aprendió a transformar radicalmente su estilo. Tras una estancia de unos cuantos años en Venecia, donde eligió a Tiziano y al Tintoreto por maestros, se trasladó a Roma en 1570, y seis años después a España sin haber alcanzado la notoriedad. De su periodo italiano retuvo las lecciones del Renacimiento además de asimilar las del manierismo tardío. En 1577, tras una breve estancia en El Escorial, el Greco fue a Toledo para empezar su primer encargo importante: un cuadro destinado a la sacristía de la catedral. A partir de entonces, su carrera se desarrollaría por completo en España, bajo los auspicios de la Iglesia y la corte real, sus principales clientes. Tras el Concilio de Trento, la Contrarreforma produjo una exaltación religiosa sin la que resulta imposible comprender e! arte español, y aún menos la obra del Greco. Su Cristo en la cruz adorado por dos donantes, cual si fuera una visión, ilustra esta nueva exigencia de piedad a la que el pintor aporta una dimensión verdaderamente sublime: en efecto, el cielo de borrasca, sombrío y tormentoso, el cuerpo alargado y lívido de Jesús en la cruz y los rostros estáticos sugieren un ambiente de profundo misticismo.
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